Gestión y Gobierno

Al traducirse en una mayor efectividad de las acciones de la gestión de documentos y el conocimiento, una cultura de la articulación fortalecería la gobernabilidad y ayudaría a recuperar la confianza de la sociedad en las instituciones. Un marco conceptual para superar la cultura del individualismo y el sectarismo en el sector público.

La articulación entre áreas del Estado para el logro de una gestión exitosa de gobierno es uno de los grandes desafíos a emprender en administraciones públicas del tipo burocrático, centralizadas y con liderazgos del tipo paternalistas, como los que tradicionalmente se ejercen en nuestro país.

La articulación implica la posibilidad de coordinar acciones efectivas entre distintas áreas para lograr resultados concretos orientados hacia la sociedad. En este sentido "atraviesa" las diferentes áreas y niveles del Estado. Así podemos referirnos a articulaciones entre áreas de un mismo organismo en función de un proyecto, o a la concentración en un territorio de diversas áreas del Estado y aún a la coexistencia de políticas municipales, estatales y nacionales.

La necesidad de lograr una articulación eficaz es vital para potenciar los recursos, para ampliar las posibles alternativas de acción y, sobre todo, para centrar la actividad del Estado en lo verdaderamente importante: el ciudadano, por encima de los intereses sectoriales y políticos y más allá de intereses individuales.

La paradoja de la articulación

Y aquí encontramos una gran paradoja de la articulación: cuanto más se trabaja en articulación de sectores, más se realza la identidad de cada uno, en una "sinergia" en la cual ganan todos; especialmente, el objeto del programa, plan o gestión.

Si logramos comprender este fenómeno podremos cruzar uno de los principales miedos de las dirigencias tradicionales: la pérdida de poder o la falta de reconocimiento individual. En la articulación el trabajo se convierte en el eje; no la competencia de poder. La suma de todos los recursos brinda más poder individual para cada uno de los que trabajan en el proyecto.

Lejos de diluirse o disminuirse la autoridad, se logra verdadero poder, entendido como capacidad de acción efectiva, para lograr resultados. Se logra un poder "para" y no un poder "en sí mismo", que se agota con la desconfianza de la sociedad y el vacío de contenido.

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